viernes, 31 de mayo de 2013

Actualmente es conocido que nos encontramos viviendo en el contexto de la globalización, la era del imperio de los Mass Media, puesto que en todos los ámbitos se hace visible el impacto de la información y de los medios de comunicación que nos inundan con signos visuales y significantes de todo tipo.
 No es de extrañar entonces que si se revisa la producción creativa en la última centuria -especialmente en los dos últimos decenios- se patentice la rápida asimilación de las nuevas posibilidades expresivas que ofrecen los avances conceptuales y tecnológicos. Así pues, se abrió paso el llamado videoarte o video-creación o arte audiovisual, donde “las artes tradicionales” mediante recursos y formatos propios del cine, la televisión y el video, encontraron medios de excepcional riqueza que les permiten experimentar, explorar y crear nuevas expresiones artísticas.
Gracias al cine y la televisión, la imagen en movimiento es un lenguaje con códigos y signos completamente asimilados por cualquier espectador, es por ello que el fenómeno del videoarte ha encontrado una rápida aceptación y unos resultados sorprendentes, incluso en el ámbito televisivo, llegando a incursionar en rubros como la promoción musical (videoclips) y la publicidad audiovisual[1]. En la videocreación, sonido e imagen se combinan con el fin de lograr múltiples mundos sugerentes, capaces de atraer la atención del televidente, o incluso de comunicarle de manera efectiva y veloz, asuntos de interés individual, social, económico, político,…etcétera.
No obstante, a la creciente atención que va recibiendo como una práctica creativa, no es posible desconocer la polémica que existe entorno al mismo. Estudiosos, como Jacqueline Venent, profesora de artes plásticas y semiótica en el ISA, plantean que es un fenómeno que te imposibilita tener una concepción un poco más amplia de lo que es la propia creación o de lo que podría ser una cultura visual. “Todavía hoy es un espacio bastante indefinido, pues aún se discute si pertenece a las artes plásticas o al audiovisual, evidentemente puede estar no divorciado de ninguna de las dos”[2].
Una obra de video-creación cubana.
Una gran parte del videoarte internacional es autobiográfico y anecdótico. Muchos de los artistas del videoarte salen en sus propios vídeos y expresan sus sentimientos, pensamientos, criterios y deseos sobre problemáticas locales o internacionales.
Aun cuando en el contexto latinoamericano existen limitaciones económicas y un acceso restringido a la tecnología, muy distintos de las posibilidades técnicas del llamado Primer Mundo; cada vez más un número creciente de creadores, sin tener precisamente una formación en el medio audiovisual, se han sumado a esta vertiente expresiva para reflejar temáticas e inquietudes locales más comprometidas con su contexto. Cuba, no ha estado al margen de esta situación. En nuestro país contamos con artistas plásticos que han incursionado en el ámbito del lenguaje audiovisual con una calidad e intencionalidad en propuestas -según la crítica especializada- muy a tono con los creadores del primer mundo.
 Un ejemplo de ello lo constituye el artista cubano Lázaro Saavedra. Se trata de uno de los más acreditados de la plástica cubana de los últimos veinte años por la solidez y autenticidad de su obra. Saavedra ha logrado articular durante años una poética de marcado acento conceptual, sobresaliendo especialmente en los ámbitos del performance, la instalación, el videoarte.
Ilustrativas en este sentido son una serie de cortos realizados en el año 2006, mucho de los cuales fueron exhibidos en la exposición “Estados de Intercambio” efectuada en el Instituto de Artes Visuales Internacionales de Rivington Place en Londres. De dicha serie hemos seleccionado para nuestro análisis la video-creación titulada: Deja castigar tu cuerpo y conservarás la cabeza.
 Ante todo, en ésta sobresale la síntesis visual de las imágenes y la sobriedad de color. El video comienza con un plano general: un espacio negro neutro, carente de detalles que nos permitan enmarcarlo temporal y geográficamente, ofrece así la posibilidad de descontextualizar su mensaje y toma mayor impacto y universalidad: será el público el encargado de ubicarlo en su propio marco vivencial si se identifica con el mismo.
La ausencia de sonido es, innegablemente, un recurso que contribuye a darle más énfasis al mensaje. Le otorga mayor gravedad en tanto centra la atención en la denuncia visual que hacen las imágenes y deja la oportunidad de expresión verbal al receptor de las mismas.
La figura humana igualmente se reduce a una representación de la misma -para nada mimética- a través de un sencillo muñeco de trapo y de medios como el trucaje para el logro del movimiento. Con ello consigue un anonimato que induce a pensar en la fragilidad del hombre como ser social y biológico, expuesto a una serie de circunstancias que limitan y coaccionan su campo de acción y expresión. Las cuales son traducidas por una “mano real” de mayores dimensiones, que actúa como elemento externo ilustrativo del “Poder” o de  esas “leyes o reglas”, ya sean las del mundo natural como las impuestas por la convivencia social en una cultura determinada.
La luz, en ocasiones acentuada ligeramente sobre la imagen humana, le confiere mayor expresividad a los momentos claves del video. A su vez, ésta deviene un medio para señalar simbólicamente el instante de la toma de decisión, en que el hombre, es “iluminado” en tanto tiene la potestad de dirigir sus pasos y su capacidad de acción. Asimismo, la pérdida de ese pequeño énfasis lumínico, marca el punto en que el hombre pierde las riendas y sucumbe ante reglas superiores a sus intenciones.
Esta pequeña tragedia cobra matices mucho más dramáticos cuando se emplea un plano-detalle para traducir ese instante de la derrota y el castigo. Ello la sobredimensiona considerablemente y hace más agudas las tensiones: supremacía vs. subordinación. Tal situación lo obliga a adoptar la inacción, la hipocresía, la simulación, el conformismo, como estrategias de evasión a un castigo, de escape ante las consecuencias de sus actos; en fin, como estrategias de supervivencia en un sistema o estado de cosas con las que realmente no está de acuerdo. Hay una crítica velada que toma matices irónicos en esa denuncia muda contra el contexto en el que el hombre se ve obligado a coexistir. El hombre es un ser que rige su vida bajo una serie de normativas que lo definen: las determinantes geográficas, sociales, culturales y aún temporales. El espacio y el tiempo en que nace, crece y se desarrolla, el marco social y cultural, marcan de forma indeleble la personalidad humana, determinan e incluso coaccionan los modos de pensar, actuar y vivir.
El manejo lúcido de los medios audiovisuales, la riqueza conceptual portadora de un agudo mensaje crítico y la contemporaneidad de las temáticas abordadas, caracterizan a esta obra de Saavedra en el terreno de la video-creación, haciéndola acreedora de toda la sagacidad del público en la interpretación de esos signos visuales y sus significantes.
Todo lo cual nos plantea el reto de mirar a la creación plástica contemporánea para encontrar apreciables experiencias y novedosas propuestas que pueden enriquecer notablemente el ámbito televisivo.

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